
MARÍA SANTÍSIMA DE LOS DOLORES
La imagen de María Santísima de los Dolores es una obra atribuida al escultor y profesor de imaginería sevillano Cristóbal Ramos Tello (1725–1799), pudiendo fecharse su ejecución en el último tercio del siglo XVIII. Fue donada a la Hermandad por Don José María Agudelo y Santamaría, coronel de Artillería retirado y vecino de Benacazón, cuya lápida aún se conserva en nuestra Capilla.
En su estado original, la Virgen se presentaba arrodillada, con las manos entrelazadas en actitud orante, ambas realizadas en terracota. En 1973, el escultor Antonio Eslava Rubio acometió una importante intervención en la que transformó la talla en una imagen de candelero, dotándola de un nuevo cuerpo en madera para permitir su posición erguida. También sustituyó las manos originales por unas nuevas, separadas, talladas igualmente en madera, y realizó pequeñas correcciones en la policromía.
Desde entonces, la Virgen de los Dolores aparece de pie junto a la Cruz de su Hijo, con las manos abiertas, en actitud de entrega serena y dolor contenido. El rostro de la imagen está modelado en terracota y refleja con fuerza dramática el sufrimiento de la Madre. La cabeza se inclina ligeramente hacia su derecha y hacia abajo, proyectando un perfil de facciones finas, delicadas y afiladas, en el que se evidencia el dolor transido a través de la pesadumbre de sus ojos, enmarcados por finas cejas levemente fruncidas, y el gesto de la boca entreabierta.
Presenta un pequeño hoyuelo en la barbilla y lágrimas distribuidas por el rostro: tres en la mejilla derecha y dos en la izquierda. Los ojos son de cristal. La escultura está concebida para ser vestida en su totalidad, dejando a la vista únicamente el rostro y las manos.
En el año 2005, la Virgen fue intervenida por D. Luis Álvarez Duarte, quien además ratificó la atribución de la imagen a Cristóbal Ramos Tello. Su actuación consistió exclusivamente en la colocación de pestañas postizas.
Posteriormente, entre los años 2021 y 2022, la imagen fue sometida a un nuevo proceso de conservación y restauración a cargo del especialista D. Pedro Manzano Beltrán. Esta intervención se centró en diversas líneas de actuación: limpieza superficial de la policromía del rostro y las manos; sustitución del candelero por uno nuevo que ofreciera mayor seguridad y estabilidad; renovación del sistema de articulación de los brazos, permitiendo su movilidad cuando fuera necesario, pero garantizando su inmovilidad durante traslados o procesiones; y asegurando, además, su correcto anclaje al paso procesional. Tras este proceso, la imagen de la Santísima Virgen fue repuesta al culto el 18 de febrero de 2022, fecha en la que fue devuelta al cariño de sus fieles con todo el esplendor y dignidad que merece, celebrándose una solemne Misa de Acción de Gracias en la tarde del domingo 20 de febrero, presidida por el Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Juan José Asenjo Pelegrina, Arzobispo Emérito de Sevilla.

Tronaba la tempestad
en la oscura madrugada
y un Capitán marinero
arrodillado rezaba
¡Salva mi tripulación!
El marinero clamaba
a Jesús crucificado
que en una estampa llevaba
¡Cristo de la Vera+Cruz,
con tus enagüillas moradas!
Madre del alma mía, Reina del cielo,
Estrella de los mares, Virgen María.
Madre de pecadores, símbolo santo,
Reina de nuestras almas que sufren tanto.
Tú que el dolor sufriste de nuestras vidas
oye, Madre, el suspiro del alma herida.
Tú, que Madre te llamas de los Dolores
nuestras penas y llantos mitiga y calma.
Vuelve, Madre querida, tus bellos ojos,
al que vive en este valle
hondo de abrojos.
CORONACIÓN POPULAR
La coronación popular de la Virgen de los Dolores fue un acto litúrgico y religioso celebrado el 9 de abril de 1976, coincidiendo con la Función Principal de Instituto en el Viernes de Dolores. Tuvo lugar en la Iglesia Parroquial de Santa María de las Nieves y fue realizada por el canónigo de la Santa y Metropolitana Iglesia Catedral de Sevilla, D. Manuel Vázquez, y por el entonces párroco de Benacazón, D. Manuel Morales.
Aquel Viernes de Dolores quedó grabado para siempre en la memoria de los veracruceros. La Virgen se encontraba expuesta en devoto besamanos, rodeada de sus hijos y de su pueblo, en un acto profundamente emotivo: la imposición de la corona sobre sus benditas sienes, símbolo del amor fiel de un pueblo hacia su Madre. A las once de la mañana comenzó la solemne Función Principal, pero el momento más esperado no llegó hasta la tarde. Una vez finalizados los cultos, y antes del regreso de la Virgen a su Capilla, el canónigo D. Manuel Vázquez y el párroco D. Manuel Morales impusieron solemnemente la corona a María Santísima de los Dolores, colmando de emoción a cuantos asistieron a tan histórico momento.
Con motivo del XXV aniversario de aquella coronación, en el Viernes de Dolores del año 2001, nuestra Hermandad recibió con inmenso honor al entonces Arzobispo de Sevilla, Fray Carlos Amigo Vallejo, quien presidió la Función Principal. El día anterior, último día del Septenario, la Virgen fue nuevamente coronada con la misma presea, ahora enriquecida con marfil y piedras preciosas, y realizada íntegramente en oro de primera ley. Fue un nuevo acto de amor colectivo, sincero y profundo, que desbordó las emociones de cuantos tuvieron el privilegio de vivirlo.
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Y es que es mirarte, Señora
Y el mundo entero se para
Y no existe firmamento
Ni noches ni madrugadas
En el preciso momento
De aguantarte la mirada.
Y es que es mirarte, María
Y ver en ti el sumo ejemplo
De elegancia, de belleza
De aprender del sufrimiento
De saber que eres la Madre
En la que arropo mi tormento.
En el año 1912, el insigne maestro del bordado Juan Manuel Rodríguez Ojeda culminaba en su taller sevillano el soberbio conjunto de bordados diseñado exclusivamente para Nuestra Amantísima Titular, la Santísima Virgen de los Dolores, destinado a sustituir al antiguo palio de cajón morado, salpicado de estrellas, que probablemente lució la Reina de los Veracruceros durante el siglo XIX.
Este conjunto, realizado en terciopelo negro bordado en oro fino y sedas naturales, se compone de palio, manto, saya y toca de sobremanto, y pertenece a la segunda etapa creativa de Rodríguez Ojeda, la considerada por muchos como su etapa de madurez artística, en la que se aprecia una mayor depuración técnica y un lenguaje ornamental más personal.
El paso de palio se inscribe dentro del estilo de los denominados “palios de corbata”, caracterizados por las pequeñas pañoletas bordadas que cuelgan de las cuatro esquinas, aportando un toque distintivo y elegante al conjunto. Desde entonces, María Santísima de los Dolores procesiona cada Jueves Santo bajo este singular palio, portado por treinta costaleros, conformando una de las estampas más reconocibles, queridas y veneradas de la Semana Santa de Benacazón.
Con el paso del tiempo, el conjunto ha sido objeto de cuidadosas ampliaciones y restauraciones para adaptarse a las transformaciones iconográficas y preservar su valor artístico. En la década de los años 80, tanto el palio como el manto fueron ampliados en los talleres de Manuel Vela y Andrés Sánchez, coincidiendo con la nueva disposición de la Virgen tras la intervención del escultor Antonio Eslava Rubio en 1973, quien transformó la imagen arrodillada y orante en una talla erguida, con las manos abiertas en actitud de entrega.
La saya fue ampliada por el querido hermano Marcelo Sánchez Montoro, quien además desempeñó durante más de tres décadas la labor de Vestidor de la Virgen, formando también parte de la Junta de Gobierno de nuestra Hermandad y dejando en todos una profunda huella de devoción, entrega y servicio desinteresado. Su amor a la Santísima Virgen de los Dolores fue una constante en su vida, llegando incluso a ocupar el cargo de Hermano Mayor, desde el cual trabajó incansablemente por el engrandecimiento de la Hermandad y el cuidado de nuestra Titular.
La última restauración realizada se llevó a cabo entre los años 2017 y 2018, siendo ejecutada por el prestigioso Taller de Bordados Salteras. En ella se abordó la recuperación de la saya y el manto procesional de María Santísima de los Dolores, piezas que forman parte del conjunto bordado original de Juan Manuel Rodríguez Ojeda. El manto, en particular, fue sometido a un minucioso proceso de restauración que incluyó estudios técnicos y materiales exhaustivos, así como la cuidadosa reincorporación de elementos deteriorados, devolviéndole el esplendor y la riqueza estética propios de su origen.
PASO PROCESIONAL
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