NUESTRA SEÑORA DE LA SANGRE
La imagen de Nuestra Señora de la Sangre es una escultura de candelero para vestir, de tamaño natural, que representa a la Santísima Virgen María portando al Niño Jesús en brazos. Su tipología responde a los modelos devocionales de las imágenes de vestir, en las que únicamente se encuentran tallados y policromados la cabeza, el cuello y las manos, mientras que el cuerpo se configura mediante un candelero de madera, diseñado para facilitar su atavío litúrgico.
Los brazos de la Virgen son articulados, lo que permite distintas disposiciones para las manos, que presentan la conocida forma denominada "de tenedor", característica de esculturas realizadas o adaptadas entre los siglos XVI y XVII. Este rasgo, unido a la sobriedad de sus facciones y a la serena expresividad de su rostro, revela que se trata de una imagen antigua, profundamente transformada con el paso del tiempo.
La cabeza se inclina levemente hacia la derecha. Los ojos, originalmente tallados en la propia madera, fueron vaciados en una intervención posterior para insertar ojos de cristal, con el fin de dotar de mayor realismo a la mirada. En el siglo XX, el escultor D. Pedro de la Rosa Fernández llevó a cabo una restauración significativa en la que, entre otras actuaciones, repintó los ojos de cristal con una especial delicadeza, aportando una belleza renovada al semblante de la Virgen. El Niño Jesús, que sostiene en sus brazos, está realizado en barro cocido y policromado.
Tras dicha restauración, la Hermandad promovió una colecta entre sus hermanos con el fin de obsequiar a la Virgen con una bella corona de plata, que le fue impuesta de manera popular. Esta pieza forma parte de su ajuar y resalta su dignidad mariana en los contados momentos en los que ha vuelto a recibir culto público en tiempos recientes.
En diciembre de 2022, la imagen fue nuevamente retirada del culto para ser sometida a un proceso de restauración y conservación por la especialista Dña. Ana Álvarez Moguer. Dichos trabajos consistieron en el saneamiento general del soporte de madera, así como en la mejora del sistema de articulación, incorporando un mecanismo de bolas en hombros y codos que permite movilidad, pero garantiza la inmovilidad durante desplazamientos. También se instaló un sistema de presión en las muñecas, un nuevo perno para la fijación de la corona y la ráfaga, y se procedió a la correcta colocación del Niño Jesús. Este, que se encontraba en buen estado, fue sometido a una limpieza superficial y a la reintegración puntual de su policromía.
La bendición y reposición al culto de la imagen restaurada de Nuestra Señora de la Sangre tuvo lugar el 2 de junio de 2023, durante la Función Solemne celebrada en la Capilla por el Rvdo. Sr. D. José Antonio Morón Pardo, párroco de Santa María de las Nieves y Director Espiritual de la Hermandad.
La advocación de "Nuestra Señora de la Sangre" llama profundamente la atención, pues no responde a una tradición extendida en el culto mariano. Como señaló la prestigiosa historiadora Dra. Dña. Silvia María Pérez González, profesora de Historia Medieval en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, el término "sangre" jamás fue empleado en la historia de la Iglesia para referirse a la Virgen María, ya que la sangre que siempre ha sido objeto de devoción es la de su Hijo, Nuestro Señor Jesucristo.
Por ello, se entiende que el nombre original de esta imagen mariana debió ser otro, hoy perdido, y que el actual fue adoptado como consecuencia de un fenómeno lingüístico y devocional. En origen, esta imagen era la Titular de la primitiva Hermandad de la Vera+Cruz, conocida antiguamente como Cofradía de la Sangre, por lo que resulta lógico pensar que a su imagen mariana se le comenzara a llamar "la Virgen de la Hermandad de la Sangre", expresión que con el tiempo derivó en el título acortado de "Virgen de la Sangre". Este mismo fenómeno se dio también en localidades vecinas como Huévar del Aljarafe o Gerena, donde las imágenes marianas con esta advocación aún gozan de un mayor culto y presencia que en Benacazón.
Durante siglos, esta Virgen fue la única imagen mariana de la Hermandad y compartió protagonismo con el Cristo de la Vera+Cruz, presidiendo ambos el Hospital de la corporación. Sin embargo, su devoción comenzó a declinar notablemente a partir del siglo XVIII, con la llegada de la nueva imagen de Nuestra Señora de los Dolores, que con su incuestionable belleza y estilo barroco fue ganando el fervor de los hermanos y terminó convirtiéndose en la nueva Titular mariana de la Hermandad.
El progresivo olvido de la Virgen de la Sangre, unido al paso del tiempo, a la evolución de la estética religiosa y a los cambios de sensibilidad devocional, han dejado su culto en un segundo plano. Aun así, ha contado con momentos puntuales de recuperación en el afecto de los hermanos: tras su restauración por Pedro de la Rosa, recibió culto en la Capilla; posteriormente presidió la Comunión de Enfermos celebrada por el entonces Director Espiritual de la Hermandad, D. Cristóbal Jiménez Sánchez; y más adelante volvió a salir en procesión de traslado en el año 2003, con motivo de las obras de adecuación del retablo de la capilla de la Vera+Cruz.
Hoy, Nuestra Señora de la Sangre sigue custodiada con veneración por la Hermandad, como memoria viva de los orígenes fundacionales de la corporación, y como testimonio artístico y espiritual de una época que forma parte del alma de nuestra historia. Consciente de ese legado, la Hermandad le rinde culto cada año con la celebración de una Solemne Función de Reglas en su honor, que tiene lugar en torno al 3 de mayo, fecha tradicionalmente dedicada a la Invención de la Santa Cruz, en la que el pueblo cristiano conmemora el hallazgo del madero santo por Santa Elena. En ese marco litúrgico y devocional, la Hermandad reconoce en Nuestra Señora de la Sangre a la primera Madre del Crucificado en Benacazón, recobrando así, aunque sea brevemente, la dignidad y la centralidad que tuvo durante más de tres siglos.